MEMORIA SIN RETORNO

Vuelan las garzas en el campo.
Mueve la brisa el pasto y la sierpe …
viaja feliz a través de la pampa.
La cigarra canta frágil del tiempo
escondiéndose de aves distantes entre cielo y tierra;
canta pequeña, aunque se pierda el alma.
Y… se apaga… su voz se apaga,
enmudece la sabana,
la garza caza presas sumidas en distracciones de auroras falsas,
se detiene la brisa en la arboleda;

la pequeña ría se estanca, no conversa con la arena y
aquellas piedras que van y vienen se pierden
entre los dedos inclementes de segadora fortuna,
la embarga despojándola, desnuda sin nada.
La mariposa vierte hechizos,
encantada enamora flores que serán reemplazadas
en cada nueva temporada ¿Serán las misma?
Siempre se preguntó mi pensamiento de niña.
Talvez ellas recuerden…
la primitiva capa blanca que cubrió al Tungurahua,
todos que el cóndor en vuelo abrazó y
la luna con belleza espiritual corono elixires ancestrales.
Solo quiero preguntar aquellos espectadores
¿cómo era aquel tiempo donde la pureza y libertad
reinaban sin ser esclavos de la sociedad?
A veces pienso que fui el ave, la sierpe, las garzas,
la mariposa, la cigarra, el cóndor, las flores y la misma pampa,
vienen recuerdos sublimes en mis sentidos
y se disipan en la existencia de mi humanidad
porque mi memoria se niega a evocar la verdadera libertad.
Con claridad sé… al igual que el alma
somos nuevos en esta Tierra,
los que recuerdan no lo dicen,
los que presienten solo predicen su estancia
en algún momento sobre los mares del tiempo
que acompañan sedientos a confesar aventuras
y hazañas falaces que otros hicieron verdad.
Vuela aun el cóndor, las aves, la mariposa,
canta la cigarra, la sierpe se mueve en la pampa y ciudades…
todos son descendientes ancestrales,
vid de vida y profundos manantiales.