Maldita sea
Aunque sonrías y me digas que estoy loco,
Te quiero tan perdida como estás,
Justo como te encontré y me prendé de ti,
de esa tierna rebeldía que exuda tu piel
y te hace insoportablemente sensual,
de tus ganas de patear tableros
y derribar infranqueables muros,
de tu mirar, a veces dulce, otras, hiriente,
tu lengua filosa, vivaz e inteligente,
con la ternura que escondes bajo la piel,
al compás de los pasos pequeños
que dibujan tus fríos pies de cristal.
Te quiero así, hermosa y desafiante,
siempre tú, provocadora e independiente
soñadora pero tan anclada al suelo,
llena de esa vida que exprimes a mil,
mientras yo te contemplo atascado aquí,
en la cruel monotonía de mis grises días,
y me convenzo, y me importa una mierda,
que no hay ninguna mujer en este mundo
más inadecuada, menos indicada
más peligrosa y desquiciada para mí
que Tú.
Y así, maldita sea, yo te quiero.
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