Mágicas Palabras que salvan vidas
Palabras
que acallan un misil, un dron,
palabras que detienen cientos de balas,
palabras que detienen el brillo del metal
antes de perforar el tejido vital.
Palabras que evitan que el color purpura salpique
la calle,
la acera,
la hierba
la cama,
la sábana,
la almohada,
la cocina,
el baño,
la sala,
la pieza,
la empresa
la taza,
la boca,
los labios,
antes de poder susurrar
su propia verdad.
Cuánto daño le están haciendo a la humanidad las palabras de los opositores políticos e ideológicos; envían mensajes subliminales de matar, limpiar, expropiar, acabar, entre otros miles de palabras que han desatado guerras, que activan el aparato de la muerte en psicópatas y enfermos mentales que han cobrado cientos de víctimas.
Los niños son los más afectados y vulnerables ante este estado de cosas que vienen ocurriendo, ellos tienen como modelo a los mayores, y cuando los visualizan enfrentados y agrediéndose con las palabras y armas, se acogen a la violencia externa o a la interna, ello explica su actuación en eventos violentos delincuenciales, igualmente, que retornen a juegos como el Abecedario del Diablo en sus espacios educativos, juego que no es más que el bullying disfrazado, ese mismo bullying atropellante que vienen realizando los adultos a través de la guerra verbal e instrumental.
Los países que históricamente han vivido en guerra con sus opositores se recrudecen, es duro no ver los noticieros para estar informados de lo que está ocurriendo en el contexto local, nacional e internacional, y el coste, son imágenes tanáticas desoladoras de destrucción de lo que se construyó con amor; imágenes de dolor y trinchera.
No podemos ir a las urnas a nombrar personas con conductas violentas, ambiciosas, selectivas, con perfiles psiquiátricos, con pasados oscuros de violencia porque cobrarán venganza en su mandato; no podemos elegir políticos desprovistos de valores éticos, de amor y consideración por el Otro, sin importar su condición y estatus.
En Colombia y en el pueblo musulmano, la vida se sacrifica por ideologías; el musulmán después de morir por su causa, cae en las manos de Alá; el Colombiano como ha vivido desde que se conoce en guerra, prefiere morir que arrodillarse, especialmente cuando ha caído en grupos armados o combos, porque en la mayoría se ingresa, pero su salida implica la muerte, especialmente cuando se les visualiza en procesos de paz, y sus opositores y víctimas les identifican, y una vez deponen las armas, que es su única defensa y poder, les asesinan y torturan vilmente, cobrando venganza, ello explica en parte, el entramado de los fallidos Procesos de Paz, muchos de los que ingresan a estos grupos armados son suicidas potenciales, poco les importa la vida por las condiciones de pobreza y sufrimiento que han vivido, es la desesperanza aprendida.
En todo momento ha de tenerse claro, que cuando un gobierno trata de hacer justicia, dándole al trabajador, al pobre en Colombia condiciones dignas, se libra una gran batalla porque los dueños de los medios de producción, que tienen sus representantes en las maquinarias políticas del Estado para perpetuar el poder, harán cuanto puedan para frustrar la justicia social, para perpetuar su modelo de privilegios y acudirán a cualquier estrategia, como la muerte política de quien intenta, como en Colombia, que el 70 % de la población deje de ser pobre; esa misma pobreza la utilizó el narcotráfico en los años 80 para reclutar su brazo armado en el país, muchos eran niños que sabían que al ingresar a las filas del narcotráfico les matarían pero allí se acercaron con la esperanza de vivir, al menos un día de su triste existencia, como un rico, teniéndolo todo con su amada Madre, "su Cucha", abandonando su humilde vivienda en una ladera de Medellín, que en el invierno se iba al suelo, en su "Medallo”, en su “Metrallo”.
Empecemos por desarmar las palabras, manifestémonos todos para reclamar que cese la guerra e injusticia, hagamos algo para retomar la calma en estos momentos difíciles de la humanidad en este 2025.
Ninguna muerte violenta es admisible, que todas tengan los mismos privilegios de ser investigadas, de conocer sus móviles, sus autores para que la verdad en Colombia no sea privilegio de pocos, desde allí empieza la equidad y justicia social.
Que lo que ocurre actualmente en Colombia no sea una nube, una cortina de humo para ocultar verdades coyunturales y los cambios y transformaciones que se quieren dar; el ciudadano de a pie, el que ha sudado construyendo su País y su Patria, tiene derecho a conocer la verdad y las cuerdas y fuerzas que mueven su país.
La muerte por ideologías, por divergencias políticas debe cesar, hacernos conscientes de ello y empezar hacer algo para retomar la calma, la pacificación mundial, estemos donde estemos, nos permitirá ir retomando la añorada y al parecer, la utópica Paz; la palabra debe ser la bandera para retomar la calma, las marchas por la paz y el dialogo concertado, deben ser el freno a la muerte, en ello debemos participar todos para salvar vidas.
Cada vida nos importa, cada migrante nos importa, cada muerte clama justicia, no podemos ser indiferentes con las guerras actuales en esta tierra en sus dos hemisferios; algo tenemos que hacer todos unidos para evitar la pérdida de más vidas.
Cuántas vidas por la violencia se perdieron mientras redacté este escrito,
cuántas vidas se perderán mientras éste se lee,
razón valedera para tomar acciones cuanto antes.
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