Los que estamos afuera

Somos aquellos a los que les han robado la alegría,
somos seres borrachos de inmundicia y necedad.
Rostros sin ninguna identidad,
condenados a vivir sumidos en oscuridad.
Apartados de toda mirada,
ajenos al tiempo, cegados de sol.
Sin si quiera un abrazo de consuelo,
una palabra,
una mirada... ¡nada!
La culpa de haber nacido es nuestro peor castigo,

pero el saber que algún día moriremos
es nuestro más grande delirio.
Satanás aguarda ya en el umbral...
corran vírgenes locas,
huyan brujas mártires,
que les cegaron la vida a causa del amor ajeno,
aquellos que recurrieron a ustedes,
en busca de ayuda y consuelo.
¿Poetas malditos?
¡Bah!
La burla del desazón esta en sus huesos putrefactos,
enterrados bajo miles de pies hediondos y molestos.
Y ahora tu me dices:
¿Acaso no eres tu uno de ellos?
Pues yo te digo que no fui maldecido,
no.
Nunca existió vástago que pudiese hacerlo.
¡Y maldita sea,
solo los ángeles persiguen hoy mis pasos
y esperan con ansias mi malaventuranza,
mi caída hasta el fondo del abismo
o en el mejor de los casos,
mi asfixia bajo un centenar de camisas de fuerza!