Los años en meses.


Nací en Marzo,
papá murió en Abril,
maldito semáforo rojo.
Mamá lo amaba demasiado
y se ahogó en Mayo,
fue un Adiós.
Él saltó en Junio,
desde muy alto voló, dejándome en el borde.
Vacilé, pero abracé la pequeña esperanza dentro de mí,
la estrella no alcanzó a brillar,
la perdí en Julio,
comencé a tropezar.
Mi piel y el filo tuvieron una relación en Agosto,
abracé mi almohada en un largo sueño durante Septiembre,
no quería despertar.
Luces, humo y oscuridad se mezclaban,
fue una danza entre miles de payasos sin articulaciones.
Me olvidé de mí en Octubre,
pero recuerdo muchas manos, tantas.
Fue duro entre Noviembre y Diciembre,
el mundo giró y giró,
el alcohol entraba y salía,
busqué olvidar, pero los espejos no dejaban de mirarme,
solo piel y huesos, tan delgada que el viento me cortaba.
Fue un buen día cuando nací, aún así, todo se torció.
Las espirales giran todos los días sin parar,
meses y años,
una historia de altos y bajos,
montañas y acantilados,
la incertidumbre entre la vida y la muerte,
como las raíces que siguen sosteniéndome en los bordes,
como los troncos en los rápidos evitando que me hunda.
Llegaron Enero y Febrero,
vomité la oscuridad y temblé,
la sensación de estar expuesta fue horrible,
los espejos y los miles de ojos mirándome,
escuché las historias de cientos de pesadillas diferentes,
susurré la mía en esa habitación.
¡Ay! Fueron años de dolor.
Maldito semáforo rojo, malvado.
Volví a nacer.
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