Las Campanas de Alejandría.
LAS CAMPANAS DE ALEJANDRÍA
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Hipatia, hoy escribo con veneno.
Porque la tinta de mi pluma ya no sirve
para doler como quisiera;
pues si ella ardiera como mi alma arde,
quemaría la mitad de mis palabras.
Hipatia, hoy escribo con las manos llenas de sangre.
Con este porvenir inmutable, que me acompaña
en el atrio donde muero cada noche
con las alas de las ganas cubiertas de cenizas.
Hipatia, hoy escribo con los labios henchidos de tinta.
Escupiendo palabras a este pasado
que viene como el viento,
a susurrarme que mis versos agonizan
en palabras que jamás serán dichas,
y que los latidos nada tienen que ver con estar viva.
Hipatia, hoy escribo con los ojos colmados de arena.
De la arena de ese, nuestro reloj.
Del reloj que Cronos quebró en mil pedazos congelando
todas las fases de mi luna, sólo para enseñarme
que el eco del silencio, rebota en las paredes
para los que saben escuchar,
y que ninguna medida de tiempo
borra las palabras escritas con tinta indeleble.
¡Oh, Hipatia mia!
Ve y dile al ocaso que le narre a mi señor, cómo
ya no suenan las campanas en Alejandría
y que en ausencia del único conquistador,
Ades trató de profanar sus tesoros de papel a cambio de los de mi piel.
Cuéntale.
- Cuéntale que aún amándole, me prendieron fuego y ardí -
Grítale.
¡ Grítale que la musa de sal resistió el embiste del inframundo,
confiando más en el olvido que en el amor !
Y adviértele.
Adviértele que a su regreso,
las campanas de la ciudad le recibirán declamando,
la dulce historia de la musa que en silencio sollozando,
protegió hasta la muerte,
el sagrado tesoro de su amado Alejandro.
Simone de Rurange.
Chile
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