La vida de la cascada.
Música continua,
monótonas apacibles notas,
con su larga lengua líquida
lame por incontables siglos
la piedra dura,
que poco a poco se doblega;
y en el pequeño lago
que allí debajo se forma,
en remolinos se mece
una amarillenta espuma,
una húmeda bruma;
y donde el líquido no toca,
tapiz de musgos recubren la roca.
En su parte más alta
sus aguas corren impetuosas
y muy raramente llega a mi cintura,
en cuanto en donde cae el agua
supera con creces mi altura,
y sigue ahondando.
Escondida en medio al bosque
ahí siempre estas,
solitaria, refrescante,
rápida, ruidosa,
apacible, encantadora,
ajena al tiempo y al mundo,
inamovible, imperturbable;
pareces eterna...
(30/12/2017)
Conoce más del autor de "La vida de la cascada."