LA ÚNICA RUTA: VIVIR
LA UNICA RUTA: VIVIR
¡Estás solo!, me dijo el demonio,
ningún eco repetirlo pudo.
Era el momento que despide la tarde,
polvo extranjero había en mis sandalias,
se alejaban avecillas que no volverán.
Pesado manto traía la noche con dunas,
exaltando el paisaje del abandono.
Sentí que temblaban mis vacíos bolsillos.
¡Entonces me quedé sin enemigo!, grité,
deseando avivar mi valor solitario.
Un muelle definía la gran lejanía,
ningún barco piadoso en lontananza.
Solamente un faro entre arrecifes,
decretando contra el final.
Y su luz de consuelo en la playa,
extendió mi sombra hasta otro puerto.
De pronto enmudeció el viento,
se fueron negros fantasmas.
Solamente gemidos de olas.
Y cuando la luna tenía mortaja,
el devenir se hizo presente
dibujando la única ruta ¡vivir!
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Fondo: Sonidos de mar
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