La rutina de extrañarte
Temprano, la borra del café me ha contado
que esta mañana no despertaré a tu lado.
Es abrir los ojos y querer cerrarlos
para probar suerte una noche más.
Otro día, igual que ayer y antes de ayer.
E
La televisión, la radio y los diarios gritan:
para tu mala suerte, no hay novedad!,
y como quien no quiere la cosa, aburrida,
le juego un mano a mano a la soledad.
Nunca habrá azar para aquel perdedor,
que vencido, parece asi morirá...
Y en el transcurso del día, ya sin fichas,
ya preparada a los pies de la cama,
desayunando el sentimiento de extrañar
y aún sin digerir la ausencia de anoche.
Pie en polvorosa hacia el destino,
ese lugar donde nunca te encontraré,
acompañada de una sombra solitaria,
acostumbrada a buscarte sin hallar.
Y llega la noche con su inmensa luna,
hasta ella tiene quien la acaricie.
Pateando ilusiones hasta mi puerta,
otra vez, sin abrigo, sin ese abrazo amigo.
Ya no hay fuerza que abra la heladera,
ni hambre que mueva al apetito;
y en la mira, un colchón vacío,
donde sobra lugar y falta compañía,
es acostarme y cerrar los ojos para soñarte
desesperadamente.
Una noche más, repleta de ausencia.
Y ese techo que vuela bajo...
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