La pregunta de Gélibol

¿Qué hacen dos patéticos jugando a ser olvidados en la incoherencia del anhelo?
Sonrío al recordar esta pregunta que a todos les caería bien.
Entonces, inicia el burlesco juego.
Empiezas arrojando los dados sobre el agua,
humedeces tus pies en el olvido, y luego bailoteas en mi alma.
Y la mañana deja de ser impetuosamente cálida para que la gélida noche traiga sobre mi copa el reflejo de tus ojos: mi muerte.
¿Y qué responderías si los grillos de la noche te preguntaran quién soy yo?
Y sí, soy buena para estar, muy buena para existir; pero no lo suficiente para ser…
Ser sueño, ser realidad, ser amante, ser amada, ser delirio, ser absurdo, ser mía, ser tuya…
Y es que no soy, pero quien no es está perdida tras la sombra de Gélibol.

Sencillamente no pretendo que la gente entienda quién no soy, ni si quiera quién está.
Mi esencia se confundió con el viento, ¿y quién entiende al viento?
Un día está en el sur, otro en el norte.
Un día fragante y otro repugnante.
Un día es susurro, otro huracán
Y es que un día me envuelve en la ceniza de tus labios y otro te revela en brazos espinosos.
El viento, el viento, el viento… ¿Dónde te ha llevado el viento?
Cerca de los abismos, sola habita la flor de la esperanza con las espinas incrustadas en mis manos.
Sí, estoy ausente ante ti, mientras tejo delirios en tu sombra. Solo quiero estar prendida de tus lágrimas de azufre, deleitarme del aroma a café que proviene de tus ojos, observar perdida aquellos encuentros utópicos de dos patéticos que no son y están.
Y solo eso…
Después de esto, ¿qué responderías si los grillos de la noche te preguntaran quién soy yo?