La mazmorra de mis equivocaciones

Una onírica música deambula por los
estantes de la soledad, Novák conversa
con las campiñas de Praga en un sortilegio
de piano y composición, sus notas rompen
la paz de las nubes y las aves en una danza
de brillante esplendor bendicen el cielo.
La lluvia descose la tarde en continua musicalidad,
se escucha el eco de las ausencias,
la furia del silencio,
el silbido de los barcos muertos

y un violín que invita al funeral del tiempo.
Ahora te miro detrás del velo del olvido,
temblando el aliento, intentado borrar
los besos del mapa desierto de mi sueños.
Nada es tan febril como un recuerdo
que se niega a sucumbir, lucha por adherirse
a las paredes de la memoria y con los años
se trasforma en un fantasma que zanganea
arrastrando sus cadenas.
Descorro el pensamiento y allí permaneces
en la laguna de mi desazón diaria.
Quisiera arrancar de mis sienes todo aquello
que me invita a buscarte en las cerrazones
de mi amarga existencia.
Quizá te parezca que solo son frenesíes
de un alma en decadencia, de un martirio
que acabara sobre un pedazo de mármol,
tal vez tengas razón y deba purgar mi condena
en la mazmorra de mis equivocaciones,
pero antes de que el invierno se desplome
sobre los árboles desnudos he de amarte
desgarrando todos los amaneceres que el calendario
cuente en su inefable fluir.