La crueldad del espejo

Mirándose al espejo entendió
que el enamorarse era parte
de la mente que no acepta,
la derrota ante el tiempo,
se encubría tras la pantalla
y los filtros, su corazón, según,
se había "enamorado". Mas la realidad,
siendo honesta, le decía sus verdades
en ratos lúcidos; muchas veces
se hacía la sorda, volteando para otro lado,

para luego llegar y aclarar lo que
ella en sí no olvidaba, pero la benévola
ilusión le permitía sentir.
Esta batalla entre ilusión y realidad
era constante, el espejo, cruel,
pero sincero, se ponía de parte de la realidad.
Al verse en él, recorría su rostro lentamente, escudriñando cada arruga,
su piel seca, esas manchas
en las manos, notaba aparecían
cada vez más seguido,
a su pelo le brotaban canas,
y ella sacaba cada una, cada día aparecían nuevas dolencias, sus huesos se sentían
rígidos era una batalla constante a muerte.
La grasa abdominal, poca, pero presente,
la dejaba absorta al espejo, miraba su cintura,
ya no tan pequeña, regresando a su mirada,
esa mirada interna le gritaba:
- ¡ilusa, vaya ilusa acepta la vida,
¿enamorada?, qué carajos, eres una vieja,
por más que te escudes tras una pantalla,
por más que borres las arrugas o manchas
con los benditos filtros! ¿Tú crees que engañas
a alguien?, no seas boba, al final del día
eres tú, y nada más que tú.
¿Has pensado que si este mundo incierto
de Internet se cae, donde queda ese bendito amor?¿Sabes quién es, dónde vive, si tiene familia,
si la dejaría por ti?, acéptalo,
aquí lo único importante y que existe eres tú,
tu realidad y tu espejo.

María del Rocío