La colina de los vientos aullantes
Te nombra el espejo verde…
El ropaje melodía espira suave;
tras una excursión que surca lenta,
en el extremo del sentido de las grandes señales.
Entre matices de bruma penetrantes
cercanas al mundo del asombro.
A la distancia, fijo, domina el astro al horizonte;
las sombras que silban al viento.
Hoy las tinieblas duermen,
traspasados los siglos.
La claridad penetra silenciosa
entre hogueras y restos de un alud:
frente a los rostros mudos y sedientos,
de ojos faros con signos de tormenta.
«Las palabras que conozco se han tornado
bosque de tristeza.»
Recuerdo aquella vez que me perdí...
y cuando nos perdimos juntos en medio del bullicio,
y otras veces de frente, al golpe de marea.
Ausente de promesas
me devolviste en abrazo la calma;
de aquel disturbio del santuario interior,
gestado por la bebida del libro de los falsos profetas.
Ataviada de mosaicos el ofrecimiento persiste
hasta cruzar la frontera del interminable día;
reclamando el gesto bondadoso
que emana voces de paz y justicia;
sobre los rostros que se creen olvidados.
Llenas las palmas vuestra enseñanza se aproxima
al claror anhelante de un fragmento de alas,
dispersos sobre los paisajes,
a la cima de todo pie.
Y al fondo un coro de ofrendas,
de semillas y de vid conjugando el tiempo, compasivo;
erradicando la maleza del viñedo
sobre la colina de los vientos aullantes.
Quizá escuchen el sonido de las hojas
y raíces que discurren
como imán de impasible paciencia;
perfilado hacia la noche de las aguas,
dónde se redacta el verso
que fluye por el camino a la espera.
*
Fondo musical: Alexandre Desplat- Lily s Theme
Julio 30, 2019
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