La biblioteca
Los solitarios, aquellos cadáveres sombríos destinados a la barra
y a los tragos intravenosos que van directo a los espejos asimétricos del borgoña,
delicado el riachuelo de los devotos al arte o al misticismo baja calzones…
Pero solos, egoístas consigo mismo las sombras del desierto.
Los otros en las mesas sociales, y con las jarras de par en par,
enormes sangrados para bombear las oportunidades de la noche.
Las mujeres ya a esta hora aúllan
y a los hombres ya se les caen las ojeras como piñatas pueriles
… Las costillas suenan y el acompañamiento aguarda en Mi Casa, sus casas.
V
de los tecnológicos aparatos deslenguados que no me dejan de hablar
-Se libre- me dijeron en otro idioma, debo estar muerto para
entender latín y vociferar trabalenguas esqueléticos.
La virtud de la muerte es que la ignoramos gran parte del tiempo,
no solo se muere, más bien se duerme, y no es la gran cosa…
Tampoco una cuestión poética o filosófica para la charlatanería…
Todos sin duda morimos ¿De qué forma? solo los más valientes eligen su
final y los que no la escribimos.
Lo único que es cierto es que el Habana n°7
es más barato acá que allá
donde los lunares del pueblo Ario se suben a los autos
con los rompe botellas, allá donde los excesos son buenos.
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