Juncal


No hay más de mí, no hay salientes que eructen metas
retratadas en mosaicos de farolas nocturnas.
No hay lumbres que pincelen pupilas callejeras.
Ni risas partidas bajo pisadas invertidas.
No hay ascensores que transporten miradas
al eco flemático de una estrella póstuma.
No hay colas de peces para el horizonte pulido de escamas,
ni consorcio de lo absurdo para el canto del poeta.
N
No hay gruta ni víscera rupestre en las olas.
Ni lepras que modulen las eternidades
Ya sean de piedra, de hielo, de madera.
No hay nada de todo lo que no hay.
Los reflectores se apagan en las esferas.
Como bailes de cáscaras rotas.
Los matices vagabundean, hasta que se agotan.
Sólo visicitudes altaneras, haya, habrá.
Como cosquillas de trapo trenzadas.
Para equipajes que vengan de vuelta,
Los molinos de recuerdos se detendran.
Sólo no hay, sino que hay.
Argollas flotantes que sujetan las esperas.
Y en mí la toda la verdad.

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