historia de Dafne

Querida Dafne. Tengo miedo de hallarte agonizando entre los árboles
huecos de las ciudades, de modo que evito pisar las calles solitarias y no frecuento los corredores sucios de los comercios y por eso te busco entre las venenosas redes de los puertos, donde sé que nada te retiene. Te pienso atrapada en el invierno, anhelando coser la primavera, con la cabeza baja y la mirada muerta. Ya sé que todo terminó cuando apenas había comenzado y sé también que es imposible transitar las emboscadas de nuestros pensamientos. Por eso, conociendo tu preferencia por los bosques y los diablos que perseveran en los cruces de los senderos, me atrevo a decirte entre la niebla, ahora que nada parece ocultarse tras los sueños. Olvida Dafne, olvida. Nada, aunque lo parezca, es cierto.

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