FE
Durante el viaje de los bastardos
navegábamos a bordo de las almas
nacidas de la tierra estéril
hacia lo más profundo
del bosque de la noche
en busca de los árboles huesudos,
una vez más con sentimiento.
Las estrellas pedían explicaciones
al marinero de guardia
y exigían una noche calma.
Pero caía sobre nosotros el sagrado misterio,
atormentando con su baile de agua y sangre
como dios que camina
pisando la uva de los sublevados,
como dios que ejecuta al cielo
derramando todo su azul
sobre los suelos de los sanatorios,
como dios de la estafa
al enfermo y al extraño,
una vez más con sentimiento.
Hicimos nuestro un juego
con la pasión de los demás,
arrancamos las máscaras
y junto a ellas se despegaron
de cuajo nuestros rostros.
Golpeamos los árboles de la fe,
que gracias a los que hasta ellos
habían acudido para fraguar su suerte
ya eran esqueleto, apuntamos al cielo
con nuestros nudillos en carne viva
y susurramos a la oscuridad
todo lo que la cruz no quiso escuchar.
Venga monstruo,
te lo pido una vez más,
levántate,
reza junto a nosotros
ante el dios en el que no creemos
allí donde el camino
entre el ahora y el siempre
se abarrota de blancas palomas
y de coronas de trigo verde,
una vez más con sentimiento.
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