Ese sol lejano.

Días estériles,
en los que parece
que no produces nada...
Desanimo general,
hacer lo mismo por costumbre,
viéndome como espectador,
aburrido de mi mismo,
trato de adelantar
mi mente y de proyectarme
más allá de los momentos

pocos gratos de cada día,
en la rutina del trabajo.

Solo me termino preguntando
al final de cada día,
donde quedan los deseos
incumplidos, no realizados,
quizás en algún lugar del cosmos,
aunque los siento amontonados
en un rincón de mi mismo,
como esperando
a ser reavivados
por un sol lejano.
Algunos los retomaría
y a otros los dejaría de lado...

En algunos momentos
me arrepiento cuando
hacia el ridículo
sin darme cuenta,
pero era tan yo mismo,
inconsciente,
seguramente dañé
la sensibilidad de alguno
que me creyó necio
o loco, quien sabe,
era algo tan adolescente,
me arrepiento y no me arrepiento,
porque a veces extraño
a aquel que no le importaba
quedar bien con el entorno.

Exceso que te desborda
y a la larga
el exceso de cualquier cosa
te hace saltar la térmica
y no lo procesa tu mente,
y no puedes abstraerte,
ni ignorar.
Porque los sentimientos
dicen basta,
la confianza dice basta,
y a veces hay que matar etapas,
y terminar relaciones
que no aportaban nada.

Porque estoy atascado
en la profundidad,
en la seriedad,
debe haber un día
para la sana estupidez,
solo para divertirse sanamente.
Atascado en la profundidad,
sin días de diversión...

Estoy convencido
de que no es lo mismo
interpretar la vida
desde el odio,
que desde el amor.

Hay como un niño
en mi, vociferando
sus inseguridades,
reclamando y reclamando,
asustado a veces,
mas allá del semblante
de la responsabilidad.

En varias ocasiones pienso
en mis amigos de la niñez:
uno fue inocencia,
otro fue lealtad,
y otro complicidad,
y algún que otro idiotez,
pero la calidez de un abrazo,
solo uno fue...

Es un sol cálido,
y lo extraño tanto,
y no se volvió a repetir,
lo viví sin valorarlo,
creí que lo iba a volver
a encontrar y no pasó...
y está bien que esté ahí,
en mi, en cálido recuerdo,
como una obra de arte
o un paisaje irrepetible.

Que este ahí en su pureza,
sin corrupción,
sin contaminación,
mi lampara inagotable,
pero a veces pequeño,
un sol demasiado pequeño
y lejano,
para derretir el hielo,
pero suficiente
para dar vida.