En todas partes.
En todas partes.
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A veces, cuando huelo el perfume
de la albahaca y el romero, quisiera
volverme brisa para acariciar
tu cara, y nube, para flotar y
verte desde el cielo…y, cuando miro
fu fotografía, y leo tus hermosos
versos, suspiro, y tengo envidia
porque quisiera sentir la caricia de
tus manos, y que lo hicieses en
mi pecho…
Y, otras veces, cuando
miro las estrellas, u oigo cantar
a los jilgueros, me dan ganas,
¡oh, no sé cómo explicarlo!,
de hacerme luz para alumbrar tus
noches, y, trino y arpegio de guitarra,
para alegrar tus días, y que tu
alma se inunde de los sentimientos
más bellos.
¡Oh, qué iluso y tonto soy,
al desear estas cosas imposibles!…
Mi delirio, -y el hechizo de tus ojos-,
son tan grandes, que, hasta tiemblo
cuando pienso en ti, y, te siento
y te veo en todas partes…
En este instante -mientras que escribo
este poema-, te estoy viendo en
una nube blanca y pequeña que
surge por el horizonte: ¡pareces
una diosa!… El sol, te ilumina el rostro,
y, los arreboles, adornan tu
túnica de seda.
A veces, me disipo como el humo
de un cigarro, y , me evaporo como
el agua de una fuente, para contemplarte
desde el firmamento… y, hablo con
las golondrinas y las palomas,
y te busco en las paredes y en
techo de mi alcoba…. A veces, pululas
en mi alma y te enredas en mi mente…
como, en el pecio de un barco hundido,
los peces de colores, y, en un muro
derruido por el paso de los años,
la hiedra y el musgo verde…
A veces, a veces, (muchas veces) …
¡Por no decir con frecuencia,
o constantemente!
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Autor: Francisco López Delgado.
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