El territorio de la morada ausente
-I-
El origen del día entre la luz, la sombra,
callada y quebrada en la mañana caprichosa y su andar…
Conmigo la melancolía, recordando en sobresalto
la raíz rauda, dentro vuestra mirada
y el territorio de la morada ausente.
Cada nota en la lluvia a lo lejos, entre la voz cortada,
despertando sueños del estado latente, pulsante;
Un estallido en el abrazo aprisionando del aire,
sellando el silencio sigiloso;
que escala a través de cada estación
por entre el reino de la enredadera.
Un pendón de arias extinto entre nubes,
existente en vuestra ventana abierta;
compañía de tan insistentes quimeras a la hora de la luz.
-II-
Pronta atraviesa la caída de las hojas
el estruendo de un cúmulo suntuoso,
entre una alfombra de impresos, al desorden;
estableciendo tan insensata espera,
sobre la carga del silencio.
La espera aguarda y el arroyo os busca,
como el camino de un túnel
en el sonido tristeza deslizándose;
apoyada sobre la mesa del café.
Aun en el trance,
abrupto me complaces
salpicando vuestra tinta de lunas;
y en el peligro de los párpados colmados de océanos,
los mismo de vuestro suntuoso terciopelo en voz.
Inquietas las alas,
con un cansancio de hastío
sumergida entre ésta jornada,
hasta el eterno impulso de vos en compañía
… en cada vida.
Allí dónde todo espera…
En torno de un océano abierto,
en cada trabe de éste poema que siempre fue tuyo
y dentro de él, dónde siempre fuiste tú,
aunque hoy no lo parezcas.
*
Fondo musical: Música de trova
Mayo 13, 2019
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