EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MOUSTROS
Es preciso resguardarse de la lascivia,
los recuerdos de esa imagen, que devora el subconsciente.
Tengo pánico que Goya no sea vulnerable a sus fantasmas
y su pincel dibuje en mis ojos la verdad de ese antiguo rostro.
No es un capricho nuevo que se refracte en las razones,
la lujuria de ver su carne perturbando ideas impuras
pues en su contorno está el pasado como jeroglífico humano.
Que nadie venga ahora a interrogarme como método absurdo
o a ofrecer internar este llanto en las mazmorras del delirio
hasta chorrear sus oquedades con una visión casi ideática
No soy el que se esconde de esas miradas que revelan
calma, llanto acomodado entre la nuez de sus recuerdos
y en la llovizna roja de tiempo los pies de la virgen opilada.
Voy al encuentro de mis fantasmas, las batallas que presumo
verlas ganada en un lapso donde el narcisista poco muestra
o es capaz de abonar su belleza a la pintura indócil del sueño
voluble a sus antojos, a la razón infinita de sus creencias,
historia emergida en el desconcierto caritativo en las telas.
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