EL DRAGÓN VERDE SE HA DESPERTADO

Se ha despertado el Dragón, Verde Dragón,
hermano del Yangtse, Brichu, rio Azul;
con Agärthi refugio de la contemplación.
Se ha despertado el Gran Dragón Oriental,
mientras se multiplican los mantras,
suenan tambores que acompasan latidos.
¡Relumbra el Tíbet con clave de Sol,
y brilla Potala su flor de Lhasa!
Siguen los mantras elevando el templo,
alentando sus votos de monjes,

voluntarios de la única mente,
soñadores de tulpas y aparecidos.
Cuando muchos adormecieron sus pensamientos,
camino al nirvana del final sin retorno,
un renacer abre su puerta,
entre contrastes de gozo y sufrimiento,
frente al Gobi ardiente que bien recuerda,
cuando fue crisol radiactivo y arena,
principio de otra humanidad del espacio,
piel y limo amarillo de redención.
¡Oh Dragón Verde, yo te bendigo,
guardián del sello infinito en mis venas!
¡Oh desierto de Gobi, prueba de mis caminos!
Que sigan los mantras del templo,
aliento del sendero derecho,
con Agärthi profundo y pacífico,
o su antípoda de soñada Schamballah,
esperando guerreros con todos sus huesos.
Ya tintinean las campanillas preludiando lo ignoto,
con estilo del tantra sensual y exquisito,
hasta la iluminación definitiva.
Tambores y las trompetas piden austeridad,
solitario trayecto del ánimo ascético,
presagiando despertar el ojo tercero,
del inmortal psiónico don.
Un sobrehumano fulgor toma su turno,
y se anticipa el verbo arquetípico,
sobre todas las voces de abades y lamas.
¡He aquí la verdad prohibida desnuda!
¡He aquí para el mundo regalo divino!
“Tenga cada criatura su regalo del Sol,
Iluminación y vida gratuita con libertad,
y un abrazo purificado de humanidad”.
¡Se ha despertado el Dragón, Verde Dragón!
¡Se ha despertado la revelación fraternal!
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Acompaña:Monje tibetano