Día gris

Llueve y es justo ahí cuando mis pulgares quieren desprenderse, buscan la salida a los impulsos nerviosos que provoca el cerebro y desembocan en la escritura; quieren hablar de ti y yo no sé cómo decirles que ya no vas a leer lo escrito, que de verdad te fuiste, que te desprendías de mi vida y yo sin darme cuenta me aferraba a la tuya cuando ya no eras mía, que ahora duele más pero que sé muy bien como dejarte ir.
Quiero contarles como pasaste de ser un ángel y llenarme de luz a colgar mis huesos en tu sala, como cuadro de adorno; quiero al menos murmurar lo que hiciste con mi amor, lo que dejaste de mi, cuando como un carroñero atrapaste mis entrañas en tus garras y debatias entre dejarlas para más tarde o acabar con mi sufrimiento -elegiste tardar- todo para que doliera más mientras te mofabas de ello, y aunque quise apagar tu recuerdo, no pude y tampoco podré hacerlo. voy a dejar que mis manos escriban de ti, aunque sepan que no leerás pero no voy a borrar el recuerdo del ángel para degradarte a demonio, sería injusto, como negar que yo también alguna vez fui un ángel caído que sucumbió ante el mismo lucifer.
Ahora sé que la lluvia siempre trae recuerdos, pareciera que solo sabe traer tristeza pero a veces también sabe como llenar los huecos, como calmar el alma... Como ahora.
Sigo escribiendo y ahora sin musa, ya la lluvia no quiere caer más, ya mis pulgares entendieron la razón y ya la tristeza se marchó.