Delito a mano armada

No entiendo cómo ella lo perdonó.
Cómo no siente miedo de dormir junto a un abusador.
Ese que disparaba tres veces seguidas:
“Bang, bang, bang”.
“Te amo, te amo, te amo”.
Con quien contaba las manchas del techo en una cabaña con olor a mar, con nuestras almas entrelazadas más allá de la piel.
Él, un psicópata de los que salen en las películas de terror.
Esos que duermen con el arma bajo la cama, listo para disparar directo al corazón de varias mujeres.
¿Cómo puedes estar con alguien que hizo tanto daño?
¿Alguien que abusó de tu confianza? ¿Alguien que violó tu amor?

Chica, se supone que las mujeres unidas podían contra la oscuridad, pero tú preferiste quedarte de la mano del mismo demonio.
¿Será que todo fue mentira? ¿Será acaso que en verdad la psicópata eras tú?
Chica, por favor, dime, ¿Quién volvería con un asesino?
Porque la mató a ella, a mi e incluso a ti.
Rezaré, para que lo sueltes.
Y también rezaré por él, porque hay demonios que se forman a manos de otros.
¿Será que los asesinos también merecen compasión?