CARTA CUATRO

Absorto frente a la hoja en blanco,
un cliché que entra cortando,
pasa por el frente y me apuñala
—Dile que está hermosa, —me dice.
Siempre funciona,
añade para perderse en esta poesía.
Te diré que estás hermosa,
luego añadiré tu sonrisa,
hablaré de tu mirada
de la composición de tu cara,

agotaré los recursos obvios,
hermosa, sonrisa, ojos,
todos los clichés que faltan.
Te digo que estás hermosa (siempre funciona),
agotaré símiles con tus gestos,
la forma rauda en que se aloja
una brisa de mar en tus pestañas,
la manera en que dejas migajas
para que no me pierda de camino a tu casa.
He sorteado este abismo de inspiración,
ya me he tomado la página,
ahora hablaré de tu silueta,
de cómo cae el sol en tus alas,
invisibles por supuesto,
solo se te notan cuando alzas vuelo,
abandonado esta poesía rara.
—Para finalizar dile que está hermosa,
me escupe el cliché a la cara.
¡Pues hermosa estás Andrea!
quien fuera aquel que esta noche te mira
y una sonrisa te saca.
Sólo me quedan este montón de letras,
que salen de mis manos con queja
y un hueco en el abdomen,
que tu mirada,
tus labios,
tu pelo
y el cliché de decir que estás hermosa
me deja.