Cuento de buenas noches

La noche es serena,
la vida se disuelve en medio de la vibración del sonido,
la fiesta se lleva en la memoria,
la guerra está en la simulación.
Los monjes se lavan el rostro
y el alma en una fuente perdida,
las coaliciones eremitas ante el gozo y la displicencia
se alivian en la esperanza de la unidad.
Los pentágonos enormes sirven de límite para nuestro caos mental,
las figuras sin concepto limpio

remecen nuestra pereza,
ciernen el prefijo de nuestra generosidad sin caudal preciso,
nos queda el encanto de la paz,
del cosmos,
del favor de un dios menor.

Caminamos al encuentro de la paternidad y el cariño prístino de un abrazo filial;

Gozamos del calor más que humano,
el suave sentimiento que sana nuestras cuitas,
cedamos ante el delicado concilio de lo real...