¿Cuándo la Iglesia SI merece vocaciones?
…pero también a veces pasa que la Iglesia
merece grandes vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales.
Sobre todo cuando la pastoral vocacional se hace teniendo en cuenta
todos los ámbitos que la misma Iglesia tiene para ofrecer.
La Iglesia sí merece vocaciones cuando se siente llamada y discípula del Maestro;
cuando se reconoce humana y pecadora a la vez,
pero llena del Espíritu Santo que guía y fortalece;
Meceré vocaciones cuando escucha y ama
y acompañan a personas concretas en sus dificultades y limitaciones;
Cuando no se cierra a la misericordia, y,
principalmente es misericordiosa;
cuando crea procesos donde los jóvenes son protagonistas
y se sienten amados y escuchados.
La Iglesia que SÍ merece vocaciones,
es la que está en los cerros y ayuda;
la que le da una bolsa de comida a la viejita del barrio.
La que es amor, perdón, cariño, y bondad;
la que no se calla la verdad, la que abraza;
La que educa y es educada por sus fieles;
la que meceré santos sacerdotes, religioso y laicos;
la que favorece al pobre, la que imita a Jesús.
La Iglesia que merece vocaciones es a la que pertenezco
y me invita a ayudarla a transformarse;
la que abre las puertas y deja que entre aire nuevo,
la que no le da miedo el cambio;
La que necesita gente dispuesta a trabajar por el Reino de Dios,
la que es exigente, y lo es para enseñarnos el valor de la libertad.
La Iglesia que si merece vocaciones, no es vacía, es vida…
Esa es la Iglesia que soñó Jesús,
es la que realmente es amiga, hermana, compañera.
La que es sostenida por el mismo Dios,
la que está dispuesta cambiar.
Esta es la Iglesia que amo, a la cual me siento invitado a ser
100% eclesial y que humaniza desde mi al ser humano.
Esa Iglesia, sí que merece vocaciones
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