Contrastes

El maldito contraste entre querer que me tengan como prioridad, que me adoren y a la vez extrañar su perfume en mis sabanas, en mi ropa.
Ojalá él quisiera darme más que un destello. Que me diera luz tenue por días completos.
Porque cuando le susurré ese “no te vayas”, había más, mucho más que palabras.
Era yo suplicando en silencio que no me obligara a despedirme.
Porque odio ser sensata, cuando eso significa alejarme del que roza mi piel, pero que no llega a abrazar mi corazón.
Maldito contraste, maldito desamor.