Con el humo, entre el humo.

Con el humo, entre el humo.

En este día tan luminoso y claro
-mientras fumo sentado en el jardín-,
te imagino entre el humo que suelta mi
cigarro, como una mahaila hebrea,
que baila ante mis ojos, ataviada
con collares y zarcillos de plata y
oro, y finas ropas de gasa y seda,
que dejan entrever las formas de tu

cuerpo tan terso y delicado…, para
después subir al cielo y hundirte en un
mar de caracolas, donde tus senos
son dos islas de cristal y tu rostro
el destello de una clara aurora, que
ilumina mis rincones, borrando
la tristeza que invade mi interior.

¡Tus caderas se cimbrean como juncos
agitados por el viento del deseo..!
¡Tus muslos son dos fustes de jazmín..!
¡Tus labios dos pétalos de flor..!
¡Tu vientre, un campo de azucenas que
se eleva en el pubis luminoso del
monte de tu Venus!

¡Tus pupilas
dos candelas que arden en el aire
formando un arcoíris de colores
con múltiples destellos..!

En cada bocanada, emanas de mi
adentro, como un soplo placentero
que sale por el cauce de mi boca,
que conforma tu figura y las
curvas de tu cuerpo.

¡Mi corazón es una bomba que no
deja de impeler mi sangre…, mis dedos,
pinzas atezadas que sostienen el
cigarro…, mis pulmones dos soplillos
que te catapultan por el aire..!

¡Mi cabeza por ti se ha vuelto loca!

Mi alma se llena de alegría al verte
bailar entre las flores, como una
bailarina hebrea, que al subir al cielo,
con el viento se deshace...,
dejando tras de sí su estela blanca,
como la oriflama del veneno que
obstruye mis arterias e intoxica
mi sangre por completo.

-¡Ay que ver qué necio que es el hombre,
que se abraza a lo irreal, mirando
de satisfacer su ego…, aunque le cueste
la vida para conseguir su empeño!-

Autor: Francisco López Delgado.
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