Cinco minutos con ella

Hermosa muerte, estuve cerca de ti
en tu tierra prometida
más allá del cercado
que separa la vida de la existencia.

Allí ví, mecánico reloj
impulsado por la cuerda de las ilusiones
cuenta las vivencias en horas,
los minutos son deseos insatisfechos
y los segundos, efímeras pasiones.

P

or qué no cortaste cordón de plata
alejándome con tu guadaña
de obstusa e incoherente realidad
de nacer y morir a diario;
quiero terminar este viaje,
a tus fríos aposentos.

Por qué me ataste en el quírófano
costurero donde se remienda las ilusiones cotidianas
creyéndo que así seremos menos viejos
y que lejos están los féretros.

Hospital refugio de las almas
ocultándonos de tus huesudos dedos
en exclamación: Oh reina de los cementerios
pero aún así, nos encontrarás
sin fuerza y sin cabello
escuálidos, pálidos y enfermos.

Indolente me dejas meditando
haciendo cábalas con la razón
reptil cadena de incertidumbres;
al conocer fortuita respuesta
otro eslabón se agrega
con tu veneno de preguntas.

Por vivir soy juzgado y sentenciado
hoy quiero morir en silencio
con letal aguja que inhocule
droga que me lleve a lo eterno.

Y comprobar que allí, es mejor que aquí;
cuando ese allá, sea el aquí,
será que existirá otro allá
que parecerá mejor que mi nuevo aquí?