CARTA AL INFINITO

Querido amigo,
no hace tanto que te fuiste,
así sin más, sin avisar, sin decir nada
y tu cuerpo regalaste a Gaia,
tu alma a Dios y al universo eterno, a sus estrellas,
esas mismas que en la noche tiritan a lo lejos y recuerdan
tu paso por la vida, por nuestras vidas.
Escucho tus canciones y te siento junto a mí,
me río en el recuerdo de tus bromas,
aprecio más que nunca tus consejos, siempre buenos,

siempre sanos y carentes de maldad o de egoísmo.
Me consuelo en el recuerdo de tu vida,
de todo cuanto hiciste y confiaste en la amistad.
Fue un regalo haberte conocido, haberte escuchado,
haber cantado junto a ti y a aquellos otros, también amigos,
buscando la alegría, el respeto, la tolerancia.
Lo encontramos en la noche, junto al vino,
ese que tú sabes y guardaste para la ocasión, con los amigos.
No hace tanto que te fuiste,
sin despedirte ni abrazarnos
o escuchar cuanto tengo que decirte,
que se que es poco allí en la eternidad, pero es sincero,
es puro y franco y me sale del alma,
esa misma que tú negabas y rebatías con pasión.
Brindo al cielo en tu memoria,
te escribo desde el corazón que aún me queda,
desde el vino que nos queda por beber,
del reír por cualquier cosa,
de llorar por lo importante,
de pasear por caminos y veredas
que solo algunos conocemos,
los que vamos en busca de tu esencia,
de tu alegría infinita, de tu bondad, de tu recuerdo.
No hace tanto que te fuiste
parece que nada cambia con el paso de los años
y todo cambia con el paso de los tiempos,
el bosque que tanto amabas,
tu amada castigada y maltratada por tu ausencia,
tus hijos, a los que admiro y hago amigos
por haberte recordado, por haberte honrado,
por haber salido al mundo y gritar con orgullo y alegría
que son tus hijos, los hijos de Bibiano y cantan para honrarte.
Que bien lo hacen,
en cada acto, en cada instante y
enherbolan la bandera del recuerdo
de aquel amigo, de aquel padre, de aquel camarada
que se fue sin avisar, sin despedirse
sin decir nada.

A Bibiano Morón

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