CAOS VIVAZ
Remamos hacia la primavera
navegando en nuestra barcaza de lodo,
nos dirigimos a tierra
impulsados por los vientos
que con ellos traen los corazones rotos.
¡Rabia!, ¡rabia y dolor!,
espumoso desasosiego de la orilla.
¡Razón!, ¡razón envenenada!,
argumento que se esconde
Y hay un señor que bebe ron
tras su capa negra de caos vivaz,
que arde ante el bochorno prematuro
durante la reconquista atmosférica árabe
de los minaretes de las mezquitas católicas
y de las basilicas visigodas.
Sastres espirituales
en su alta torre condenada
lanzan un discurso pegajoso
que entra por las orejas de burro
y engatusan a las mentes de polilla
de un pueblo embaucado,
de huellas desvanecidas
por promesas descalabradas
y melodías encalladas.
Pero recuerda,
cuando la primavera quede cerca
y la caléndula muestre sus dientes,
recuerda,
que yo nací con el deseo
de tumbarte en un lecho de flores.
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