Burlas al autor.

Oír los comensales estrambóticos que lloriquean como manos parvas, desencadenando lágrimas de límpidas soluciones gesticulan en Alicia: Demolición.
Las horas neutras, que cobijadas parecen desneutralizar las penurias, hacen que todo pierda su real significado.
Quisiera ser blanca Helena sin rosas, cúales pétalos malditos, quién ha sufrido por el odio y en ella han implantado errores.
Si el demonio tuviera cara, sería ella quién me agasajará. No vaya a ser estimada Athena, que ése gato del que tanto te has burlado, te rompa las costillas y de tus venas marque una escala, de tu sangre carótida su ultranza benigna carcomida liliputiense mía.
Déjame morir nana mia.
No rió, solo lloro.
El miedo es tan grande cobriza de pasiones, qué solo de pensarlo causa más y más dolores.

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