Belleza desmedida

En su pisar más ténue jamás faltó la huella,
ni luz en la mirada para cegar los hombres,
erguida desde siempre y eternamente bella
que hasta el rincón del mundo se suspiró su nombre.

En su expresión de mármol y eterna indiferencia,
la fe y la ciencia encuentran un Dios que no se esconde,
ante el asombro humano de aquella inconsistencia
por su divina esencia entre mortales hombres.

Y

sus aromas todos ensombreciendo flores,
sus ojos mar azules, ahogando la existencia
de interminables tintas de anónimos amores
febriles sucumbiendo por mujeril demencia...

Y yo también la sueño... y al despertar le escribo
y al escribirle vivo y muero junto a ella...
Los años no han pasado, recuerdo desde niño
iluso me empinaba para alcanzar estrellas.