Autopsia de una femeneidad amputada
Los bronquios de la tierra absorvieron la mancha
que fue profanando las capas de suelo y piedra,
estratos conjugados de fosas sedimentarias
letrina de un Don nadie, sin tacto, sin revancha.
Sonrisas cadaverizadas retumban en los anales
cuales bestias enjauladas sin retorno a la libertad,
se entierra la placenta en la entraña abúlica de males,
se absuelve el filo mutilante que arrebata potestad.
S
la percusión disertada de una súplica negligida,
el concierto de médulas de sueños ,de raíz arrancadas
sustrato de una vida sin alma que nunca fue escogida.
Harapo polvoriento esparcido en tormenta de arena
serpenteando el agua, riega la más brutal herida
el seno pintado de un arco dorado en la sequía,
le abre de par en par a una cara sin ojos, sus puertas.
Confesiones de una infancia descorchada
lanzada al clímax de un consenso nefasto
al mejor postor hereje, sin desazón, esposada
en un zulo de calamidad la ilusión está llorando.
Jirones de barro contratados como huellas
Constatan la huida de un charco mugriento,
tambores de paja arbitran las querellas
de las caricias que me hacen y que no siento.
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