Ángel Desnudo.

El amanecer ha aparecido, la algarabía de niños alterados han despertado mis oídos.
El café aún sigue frío...
Oh, Dios, aún estás aquí.
Mirándome, preguntándote que ocurre en mí.
Oh, ángel, tienes la mirada hierática y fría; como siempre.
Oh, ángel desnudo:
«¿Qué mundo has traicionado, en dónde todos te amaban, pero la confianza que tenían en ti, sólo duraba unos minutos?»
¡Ellos sólo fingían!
Oh, ángel misántropo, has caído ante una falacia con los ojos abiertos.
Ahora sólo vives en rincones latentes, duermes junto a un cadáver de una mujer desquiciada con su hijo muerto en sus brazos.

Oh, ángel, ahora sólo te percatas a mirar la vida sin arcoiris.
Ahora sólo ves tú reflejo en aguas negras y tus gemidos llenos de sustos.
Ahora sólo me miras a mí y a ti, buscando en donde poder callar tus recuerdos.
Y tú histriónico deseo de estar en un trono; halagándote.
Ahora y más que nada, los seres que te amaban, ahora sólo te miran desnudo.
—Valeria Camacho.