AL VALOR DE UN GRAN TORERO
Por la calle lo traían,
calle arriba, entre llantos.
Un artista muy gallardo
a todos les va mandando:
¡Qué no se escuche la pena,
que aquí no se muere nadie!
¡ Canta, clarín de la tarde,
aunque el ruedo de la calle
con el carmín de mi sangre.!
¡ Qué no se escuche la pena,
que aquí no se muere nadie!
Y un corazón, pura raza,
aceituna verdiblanca,
toreando se quedaba
al toro de sus pasiones
en el centro de la plaza.
¡Ole! ¡Ole, ole y ole!
Que los oles se escuchaban
cuando figurín de plata
en la caja lo dejaban.
¡Que no se escuche la pena,
que aquí no se muere nadie
Que se nos fue un gran torero,
pero no se nos fue su arte.!
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