Abuelo
Navarrico valiente,
hoy nos dejas recordándote
entre higueras y viñedos
con tu sonrisa y tus andares.
Hoy, navarrico, vuelves a caminar
entre tomillos y lavandas
con el brillo en los ojos y el paso ágil.
Con el adiós de una jota en los labios
retornas a tu infancia
emprendiendo vuelo en la distancia
para dirigirte al cielo.
Y si la existencia del todopoderoso es verdadera
allí arriba encontrarás en espera
a todos los que te aguardan amorosos
padres, hermanos, nieta...
Arrópalos en tu grandeza,
envuélvelos con nuestro cariño y añoranza,
cuéntales que os queremos,
abrázalos con entereza.
Juntos, esperadnos a nosotros
a los que aún seguimos en esta senda
dando tumbos y a veces,
disfrutando en la vereda.
Y aunque el destino es incierto,
y sin saber qué nos espera,
te suplico que nos guardes
un rinconcito a vuestra vera.
Siempre en nuestros corazones y recuerdos más felices.
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