Una gota

Una gota resbala desde la cascada
cuando tributa el sol en la laguna,
tanto esplendor apasiona sus sentidos
pronto ilustrados por la luz pura
de la que jamás muere
su triste destierro sempiterno,
allí, entre los lamentos de las aguas indefinibles
bajo la ley armónica que las guía
forman una aterrante caída
entre las rocas petrificadas,

apiladas en el tiempo por el trono
de ciegas muchedumbres
tropezadas desde las altas cúspides,
prolífica simiente la gota trizada por el viento
que con versados soplos legítima
el doloroso martirio de la naturaleza
bajo la misma ley que a todos alcanza
al alba o al ocaso, el padecimiento de la esperanza.