TU CARTA MÁS ANTIGUA
TU CARTA MÁS ANTIGUA.
Dejo mi abrigo y mi sombrero,
colgados en aquella esquina celosa, de lo que le pertenece,
a lo lejos escucho un sonsonete,
a primera impresión, parece ser un ruido cualquiera.
Al detenerme en segundos efímeros,
en cuenta cae mi mente divagando por el paraje de lo astral,
desdoblándose las ideas y los pensamientos descabellados de lo más cruel.
M
comienza la onomatopeya, del suceso repentino, y por supuesto,
acierto, el sonido aquel que no se detiene, cual manecilla de reloj.
Era la carta de mi ser amado, esa mujer que a lo lejos,
se siente cerca por aquellas palabras que preceden a cada sonido de aquel traductor de sentimientos, cantante y tenor de "te extraños", orador de caricias,
y pregonando a todo pulmón, miles de “te amo”.
Ahí estaba frente a frente, al amor de mi vida,
descifrando lo que impartía la partitura del sonido,
de aquel mi viejo telégrafo.
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