Sombras

Un halo de luminosidad,
Se arroja sobre mi espalda.
En suelo proyectada,
Se encuentra mi sombra.
Esto plantea un dilema,
Un problema a resolver.
Si mi silueta es otro yo,
Y yo no soy nada,
¿Esta mi sombra vaciada,
De un propósito de ser?

M

as ahí sigue parada,
Sin un motivo para existir.
No busca nada,
No ambiciona o desea.
A medida que penumbra sea,
Poco a poco ella se consume;
Y asume su desaperecer.
Empieza a desvanecer,
Como agua que se evapora,
Ante el sol y su crecer.

Es irónico que en ella,
Haya más de mi que en mi.
Si lo que deseasen fuese
Obtener lo que humano me hace,
Tendrían que esperar a una fase,
En la que la luna vuelva a crecer.
Para que su resplandecer,
De mortecina tonalidad,
Arroje un reflejo sin igual;
A través de mi.

Este singular acontecimiento,
Plantea una cuestión común:
¿Es la sombra la misma,
Aunque nazca de distinta luz?
¿Acaso es una sombra traidora,
que ha abandonado sus raices?
¿O por el contrario,
Solo se ha unido a su adversario,
Para poder sobrevivir
En este lugar tan precario?

Todas estas cuestiones.
Todas estas preguntas inoportunas,
Por fortuna, no importan nada.
La sombra nunca se irá,
Aunque la persona se vaya.
Se transformara en la de otra figura,
Más corta o alargada,
Más gruesa o delgada.
Ente en eterna mutación,
Adaptación continiua a la situación necesaria.

Mi amiga y adversaria.
Única compañera verdadera
Y fiel.
Me has enseñado a entender,
Que nada se entiende como eterno;
Excepto tu ser.
Nunca te has marchado,
Pero se que lo haras.
Haz feliz a quien acompañes, enseñales la verdad,
Solo tu eres eterna, eso no se puede cambiar