Siempre me gustó el calor

Y al final del día siempre he preferido el calor, pero elijo esconderme en el frío.
Al menos en el frío de las mañanas de Año Nuevo no había dolor, no había incertidumbre. Ahí solo importaba el “hoy”.
Y es que un corazón como el mío es mejor mantenerlo dopado con dosis de frialdad, con citas casuales y amores superficiales.
Es por eso que hoy elijo el frío, porque la anestesia siempre es mejor que el dolor.
Aunque cariño, yo siempre he querido calor.
Yo siempre soñé contigo.