REVELACIONES EN LA OSCURIDAD

REVELACIONES EN LA OSCURIDAD
(De PSYCOREINO PROHIBIDO)
–“¿Qué oscura perturbación te hace anhelar el reino que no pertenece a este mundo, acaso un odio contagioso del ente más irracional y malvado?”–dijo una voz.
Las palabras estremecieron al viejo Valerio famoso exorcista, provocando que se moviese de un lado para otro en su cama, sin lograr despertar.
–“Tu costumbre de invocar a fallecidos te unirá con la muerte” –nuevamente la voz.
Valerio despertó sobresaltado y sintió frio sepulcral, por eso quiso saber si la ventana seguía cerrada, pero su cuerpo se había endurecido igual que de plomo; y tampoco pudo encender el farol. El ambiente le sofocaba y parecía extraerle hasta el poco aire de sus pulmones. Entonces buscó su talismán acostumbrado a colgar de su cuello y empezó a balbucear lo que aprendió sin conseguir mejoría. Un raro impulso hizo que abriese su ventanal por el inconsciente deseo de huir a cualquier sitio y no quedarse ahí cual un tonto inválido, pero sus piernas eran de sólida piedra. Entonces se acordó de su maestro, ese que tantas veces extrajo espíritus malignos de los endemoniados. De pronto, pudo contemplar su deseo igual que un sueño anormal, porque también vio lo que temía desde muy niño, es decir la cosa siniestra, esa que solía llevarse a los difuntos. Y muy sudoroso se santiguó dudando.
– “¿Pides auxilio de una cruz, esa donde murieron incontables de carne y huesos?¿Buscas ser crucificado acaso? Quizá pretendas acompañar a tantos aparecidos que no se han reconciliado con la vida –habló la sombra, para continuar diciendo –supongo que ruegas para poner sobre mi espalda todos esos crímenes y delitos perdonados a los pecadores, ¿acaso no sabes que se han multiplicado en demasía y ahora pretenden acabar con la Tierra? Claro, qué fácil es esa hechicería de que los malos pueblen la Tierra y los buenos desaparezcan, ¿no?”
El viejo exorcista pretendió reponerse y contradecir amenazando con su amuleto.
– ¡Te conjuro por este santo madero!, ¿quién eres?, ¡quiero verte! –dijo temblando.
Valerio se dio cuenta de lo impuro, por querer ver al que tanto temía, ¡el antiguo caudillo!; y recordó que él cuando tuvo su cuerpo y alma, ni siquiera trató de impedir que Satanás se apoderase de su aprendiz “durante aquella cena postrera”.

– “Mírame ahora, ven que te llevaré al tiempo que no ha empezado y por ello no tendrá fin, esa eternidad que te dio mucha ganancia, ¡qué fácil! ¡Ven junto con mis ovejas al redil del otro mundo!" –insistió la voz.
Y a Valerio le fue concedida esa triste visión de la transfiguración, no en otro humano, ni siquiera en pan transubstanciado, no, a la espeluznante transformación de hombre a oveja.
Enseguida la voz se mostró en su repugnante y espantoso aspecto que jamás se ha contado a los sencillos creyentes, transmitiendo en Valerio inimaginable terror y desesperación. Luego el exorcista fue sacado a la fuerza de su cuarto y llevado a la senda sin retorno, para ser coronado igual que su jefe, allá donde una lanza esperaba su costado para el proceso y metamorfosis final.
– ¡Habla y revela tu nombre verdadero! –insistió el exorcista en pleno camino a su perdición.
Cuando la carroza recogió sus restos de Valerio nadie se imaginaba que sin saberlo contribuían a completar su destino.
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22/06/2023
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El objetivo del relato es motivar la reflexión profunda contra lo superficial.
Música de fondo: “Kirie Eleison” en órgano.