Quejas.
( Vivo cerca de una estación y constantemente se tiran personas al tren para acabar con sus vidas. A todas esas personas, les dedico esta obra.)
Esa queja errante que se lanza al tren:
de tantas quejas y una vida rutilante,
despachada al impacto, al veloz vaivén
en tan sólo un breve instante.
De salto no procrastinado a la vía del finiquito,
Injerto de raíles en cadáver vacunado,
donado a la amnistía de las piedras, deshabitado
Y la pértiga del salto coleando en el andén.
Y los ataúdes hechos de madera de “Oblivión”*.
Extremidades que forcejearon con el relativismo
y no habrá lápida que las abriga.
Un testigo de la muerte es la vida.
Y la queja sigue viajando en el tren.
Y se bajará en algún puerto de bohemia.
Y encontrará otro deudor con el que hará pareja.
*Olvido
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