Pájaros
Tal vez he ido demasiado lejos
y con la estampida de su encuentro me dejé llevar
y paso a paso he alzado vuelo
demasiado alto, demasiado lejos,
confundiendo quizás el amor en el desear...
vivir para cruzar el crepúsculo
y escudado en la noche, resucitar.
Me he puesto sus alas
y como un dios pequeño he surcado el cielo,
y me he vestido en su aliento;
demasiado, demasiado lejos volar...
Yo era el amanecer de su día eterno
el sol naciente que alcanzaba sus cumbres,
una luz propia sin tiempo.
Ella era arcilla sagrada en mis manos.
Cuando yo aparecía
las rosas dormidas de sus templos
despegaban sus pétalos
y danzaban con la música de mis besos.
Al volvernos a encontrar
religamos nuestro lazo eterno.
Ella estaba en mí
era el arroyo transparente
en que lavaba mis ojos para mirar al cielo.
¡Tan pulcro, tan blanco era lo nuestro!
Y yo volé, volé tan rápido, tan alto, tan lejos
que algo debió pasar,
tal vez porque “un buen final requiere esfuerzo”
algo en algún lugar debió salir mal
pues una tarde un huracán quebró mis alas.
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