No hay ayer, son recuerdos de una existencia.
Como no querer volver sabiendo que todos los ayeres son iguales
Ya no me confunde el sol con las mañanas, el aire y todo este oxigeno que estalla en mi pecho es el mismo.
Continua otra noche y las estrellas van agitándose mientras sus ojos me observan chispeantes y esa sonrisa gris que se dibuja lineal en su rostro por de pronto me cautiva, me despereza.
Nos envolvemos para despedazarnos y nos desesperamos al descuartizar las almas que se funden con el viento que apaciguan las luchas que llevan nuestros cuerpos.
Esos movimientos sutiles y a la vez torpes se perfilan por detrás de la luna que hoy sumerge en tu alcoba al insomnio y aquel recuerdo polvoriento.
Solo un rojo recuerdo.
¿Valdrá la pena la mancha entorno a mi cuerpo disfrazado de objetos que no quise y al mismo tiempo desee?
Caerán sonrisas al sonido de estas melodías que se envuelven con mil partituras.
Nos llenamos de excusas, mientras nos vaciamos los ojos de sueños, la boca arroja al mar besos muertos.
Caricias olvidadas y te quiero sin porqués!
Los exuberantes deseos anidados en el alma feroz que guarda vacilante y silenciosamente cada ser humano.
Y al final en la partida grandes, pequeños, buenos y malos todos. Absolutamente somos capaces de desear algo, y el deseo nos posee, nos seduce pero cada vez quizás un poquito menos.
Nos han inventado un juego llamado vida, donde todos andan confundidos sin saber quien ganó o perdió. Pero quién de verdad le gana a la vida?
Los dioses del cosmos pesan nuestro ser y al parecer nadie fue capaz de amar , nadie ha derrochado amor y de ello resulta que hay muchas pruebas.
Porque según la medida del fuego que carga el cuerpo la humanidad se extiende y al mismo tiempo la humanidad renace.
El destino es caminar buscando la llama que se ha empapado de amor.
Porque tal vez no hay ayer, solo memorables recuerdos de alguna existencia.
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