No hagas caso (poema novelesco)
Si hubiera pasado
de verdad,
si este aviso
esperanzado hubiera
sido tuyo,
mi Elisina...
Ah, recuerdo la de veces
que, en mitad
de la madrugada,
insidiosos sones
de tu odio incontenible...
¡Cuántos sobresaltos!
(Por no estampar aquí ahora
otras muchas lindezas
que, no siempre sola,
me dedicaste,
muy consciente siempre
-no como yo, que te amaba-
del desprecio que te movía
y el daño que me provocabas...)
Tiernas atenciones,
en fin,
que me has dedicado,
hasta hace poco,
enviándome -acaso
de forma indirecta
esta última vez-
a ese fanfarrón retador
al que persigues,
y al que quisiste encelar
a mi costa...
Y luego está ese próvido censor,
grave Néstor que
aduciendo haberse
confundido de persona,
me aconsejaba por lo tácito
que depusiera mi libertad
de criticar al aire...
Sí, al aire.
No, esta posible esperanza
manifestada en tu estilo,
pulcrísima Elesina,
ha sido un error mío;
sólo mío;
y ¿por qué?
¿Dónde está la causa?
¡Exacto!:
En el profundo impacto
que ha dejado en mí
haber sufrido largos
asedios -años-
de tu ruin sistema
vengativo....
Y todo ¿por qué?
¿Por amarte?
Responderás -no sé si
con mucha razón-
que sólo yo soy responsable
de lo que me sucede,
y que si hiciera como tú
-sobreponerme a la situación
a rajatabla-
no pondría mi esperanza
en algo que,
según has podido
experimentar tú misma,
sólo puede
hacerme daño, confundirme,
extraviarme del bien...
Y ¿para qué otra cosa,
alma mía,
sino para hacerme daño
-o fingir incluso que yo te importaba-
me aplicaste antes,
y de forma tan meticulosa
como sutil, tan despreciable sistema...?
¿Que no haga caso?:
Lo mismo puedo aconsejarte
yo en relación a estos versos....
No hagas caso.
Y nada más por el momento,
Elisina de mis entretelas...
De tu amigo inalterable,
Traumalino de Profundia
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