MUSA #n

Ya no me importa morir de tristeza,
mis tiempos de plenitud cesaron
al oler el hedor de la mierda
de la inmunda humanidad
cuando mis ojos todavía vivían cerrados,
cauterizados por el horror de los gritos
de una víctimas cuyas pieles fueron,
para dejar de ser, pues estas resultaron
desgarradas por las alimañas del dolor,
aquel rincón del cosmos donde la nada

o el todo;
se convirtió en noche desterrada
para los más y los menos,
los muchos y los pocos
que conforman un universo
aparentemente cercano e invisible
a ojos del ser menos humano.

Y es por eso que hoy,
de mi lado está el negro más puro
y la transparencia de mi cuerpo
me hace camuflar entre los quejumbrosos sonidos
de unas sirenas sin alma escondidas bajo los mares del infierno
que esperan latentes a encontrarse con el mayor de los pecados
en intervalos de tortura física tanto para ellas, como para el hombre
del que con tanto nos hablan: del Hombre:

El Hombre
y Lilith
una sirena
mi sirena
esa Musa
Serena y brillante,
por absorber la luz incierta
de un Sol cualquiera
Luz pasada por todas las Lunas
pues no solo pasa por la Tierra
sino por todos los Planetas
de un sistema no geométrico
del sistema más aterrador
cuyo único objetivo es arrasar
por encima de cualquier estrella
blanca, roja
el satélite natural
espeluznante Selene
que me canta
y me susurra
y me cautiva
me seduce
seda
y como esta
me derrito
ante la tristeza
ante la muerte

Mi querida Lúa,
mi amada Muerte:
verte de cerca debería
para conocer
a Vida.

© M, Saida Cerdán