Mar de ébano
«A asase ye duru »
La raíz bondadosa
nutriendo el –ngombi- en su rítmico intervalo;
al abrigo de altas laderas verdes
dónde el impala reside.
Profundidad descanso de ramas,
bajo un celaje azafrán
refugio del edén.
H
en la tierra del ibis negro y el ñu azul.
Un silencio descansa en el cálido aire,
sobre los paisajes de Sierra Leona
disperso en el follaje.
Trazo lineal en quietud y sigilo;
rastros envueltos bajo un suelo fértil
como presente, labrados sobre la aldea.
África en su voz materna,
tañe mi nombre natural;
desde el follaje hasta la alta espuma de olas.
Con ello, el espíritu se une a la tierra en su simetría
y lágrimas descienden del rostro,
recolectando sus ofrendas e inscripciones.
Las piedras perpetuas
entonan la melodía ascendente,
de un fuego benigno latente entre las venas.
Un revoque de barro cubre el hogar
y la terraza es tan sólo escalinatas
de una casa abierta, revestida de infinito albor.
Las alas internas se extienden
en todo paisaje bengala por Sudáfrica;
cuál sonido atabal de un linaje humano,
hogar ramaje de ancestros.
Mi amante es un pacto unido a la cadena de vida,
bajo la sombra de un –baobab-
entre caricias rebalsas de luz.
Pulso eco contenido, en la corteza cristalina;
urna cuerpo cubierto por un mar de ébano
obsequiando en la secreta mirada símbolos de –adinkra-.
*
Dedicado a la raza Africana
Fondo musical: Ludovico Einaudi- Melodía Africana I
Septiembre 5, 2017
© 2017 Gabriela Ponce de León, La Dama Azul. Todos los derechos reservados.
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