Mar ausente
Tienes un dilema,
lo tratas como un cachorro,
lo acaricias, lo perfumas;
te encariñas con él...
Y en el transcurso de un día sin atmósferas, ni colores
las cosas maduran,
los pensamientos se hacen oscuros,
las ideas caminan siempre apoyándose,
la manía se pega en las nubes,
que germina a la semilla atascada...
Pero aún así,
sigues durmiendo con esa cálida duda,
a pesar del monstruo que aguarda,
a pesar de que es peligroso seguir con las caricias,
a pesar de la muerte,
a pesar de la vida,
a pesar del cuento y el narrador olvidadizo...
Estás mirando por la rendija de la ventana,
buscando esa luz que alguna vez viste pasar,
ese pequeño brillo que olvidó ser colorido,
estás mirando alrededor
de la esfera que rodea tu mundo,
estás perdiendo el equilibrio,
estás sentado pensando en una taza de café...
Mientras las estrellas se tornan agresivas,
y el sol no quiere participar de esa guerra,
mientras la calma ya no es un tesoro,
sino mas bien un pedazo de plomo en tu voluntad...
Un alquimista se olvidó de decirte
que no todo el plomo se vuelve oro,
tal vez nadie puede ayudarte,
tal vez ese alquimista que esperas
está en el espejo de ese cuarto
al cual no quieres entrar...
Es hora de matar al maldito cachorro,
es hora de gritar que puedes mover un músculo,
que tienes lengua y boca,
que tienes vida,
que tienes sed,
que quieres comer un poco
de ese mundo que no te ha olvidado...
Los sueños son piedras...
Tal vez sean preciosas...
Pero no sirven de nada...
Si no te das maña de conseguirles un sentido...
Ese sentido que es el cuchillo que necesitas para asesinar el tedio...
El dolor...
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